lunes, 4 de enero de 2010

Iglesia de Santa María de Taüll


Iglesia románica de la localidad de Taüll en el término municipal del Valle de Bohí, provincia de Lérida.
Se encuentra a pocos metros de la iglesia de San Clemente de Taüll que pertenece a la misma época. Las dos fueron contruidas al mismo tiempo. Durante todo el siglo XVIII fue la única parroquia del municipio de Taüll.

El exterior es de una iglesia románica con decoración lombarda en sus ábsides. La torre esta incluida en el edificio. Tiene planta basilical con tres naves y tres ábsides, más pequeños los laterales. La decoración es lombarda, tiene arcos ciegos.
La torre consta de cinco pisos asentados sobre un zócalo macizo bastante alto. En las cuatro caras de cada piso se repite la misma decoración y el mismo número de ventanas. En el zócalo hay una sola ventana más los cinco arquillos ciegos. En los restantes pisos varía el número de ventanas, separadas por columnillas cuyos capiteles en forma de zapata están dispuestos perpendicularmente al muro de la torre. Los tres últimos pisos llevan a manera de imposta una decoración de esquinillas como la de los ábsides. Todas las torres del valle de Boí siguen el canon de los minaretes.
Esta iglesia a sufrido varias reformas en siglos pasados que la desfiguró totalmente por dentro. Las columnas que soportan los arcos fueron engullidas por unos muros que se levantaron como división para formar las capillas entre contrafuertes, dejando la planta con una sola nave. En la nave transversal se abrió una cúpula y el absidiolo del lado sur se convirtió en sacristía. Los ábsides y las paredes que estaban decorados con pinturas románicas murales, fueron revestidos de blanco. En los años 90 del siglo XX los trabajos de restauración le devolvieron su primitiva estructura dejando libres las columnas que soportan los arcos y dividen las naves y rematando el techo con cubierta de madera a dos aguas. Las pinturas del ábside y de las paredes se conservan en el Museo Nacional de Arte de Cataluña.

Sus pinturas murales.
La iglesia estuvo decorada toda ella con pinturas murales que fueron resistiendo en parte el paso del tiempo. En un momento dado, los eruditos decidieron despegar estas pinturas de su lugar de origen y llevarlas al Museo Nacional de Arte de Cataluña. En algunos tramos de pared y en el ábside central se hizo una reproducción de dichas pinturas.

Decoración de las paredes
El autor de estas pinturas y de uno de los absidiolos no es el mismo que el del ábside. Las pinturas que corresponden al muro sur estaban repartidas a ambos lados de la puerta. Las correspondientes a la parte más alta están muy deterioradas y algunas de las figuras han sido detectadas a fuerza de intensos estudios y comparaciones con otras pinturas semejantes. Se supone que eran escenas de la leyenda del papa San Clemente, su ordenación y consagración por el propio San Pedro,2 sus viajes, la nave y la milagrosa aparición del Cordero. Otra escena se supone que era la investidura como obispo de Roma.
En la parte inferior se presenta el tema de la Adoración de los Reyes y de Herodes sentado en su trono. Los personajes están encuadrados por un pórtico. Hay dos personajes que representan a Zacarías en el momento de recobrar el uso de la palabra,3 cuando el otro personaje le indica con una cartela el nombre de Juan para imponérselo a su hijo. Al otro lado de la puerta continúan otros pasajes de la vida de Zacarías. El fondo de la nave sur estaba decorado con las escenas de David y Goliat en el momento de la pedrada y posterior caída de éste y el momento en que David le corta la cabeza al gigante bajo la presencia de un cuervo impaciente.
El muro del fondo de la iglesia estaba decorado con las escenas del Juicio Final cuya lectura se ve interrumpida por el hueco de una ventana que se hizo en épocas posteriores. En la parte baja san Miguel está pesando las almas en una balanza.
En el muro norte se conservan fragmentos de pinturas con los tormentos de las almas de los castigados. El artista demostró en estos temas una gran fantasía intentando una demostración de realismo tremendista con una gran variedad de monstruos y cuerpos humanos despedazados. Arriba y cerca de la cubierta expuso el tema tan repetido de los pavos afrontados ante un cáliz.
Las columnas también estuvieron pintadas con franjas helicoidales, a juzgar por los fragmentos que se conservan. El intradós de los arcos formeros estaba pintado con representaciones de los profetas llevando rollos y libros en las manos tapadas (veladas) por el manto como símbolo de consagración.

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